Las bombillas de
bajo consumo han entrado en nuestras vidas con el pretexto de hacernos la vida
algo más fácil mediante el ahorro, prometiendo un consumo mucho más bajo que
las incandescentes y una duración más amplia.
Suponiendo que
ambas virtudes sean correctas, y a tenor de los resultados de estudios de
toxicidad de estas bombillas cabe preguntarnos si vale la pena la sustitución
de bombillas incandescentes por bombillas de bajo consumo de manera obligatoria
o si se deberían haber realizado estudios más exhaustivos antes de esta
sustitución. Una vez más, pienso que el humano se precipita, dejándose llevar
por motivos puramente económicos. Quizás sea hora de seguir investigando otros
modelos que no nos hagan elegir entre eficiencia económica-energética y nuestra
propia seguridad y salud.
Os dejo el video
del documental que arroja algunos datos inquietantes a cerca de este tipo de
bombillas:
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